martes, 24 de marzo de 2009

Marilyn Manson para todos

Siete de la mañana.
Quema.
Hinchado en el colchón veo el techo, mis pies, putas plumas en el piso.
Pelos y ropa sucia.
Discos ensobrados.
Quemados.
Todos estamos quemados.
Quemados por el sol de las siete de la mañana.
Quemados por la pus y la rabia.
Quemados por la indiferencia.
Trato de dormir, siempre trato de dormir.
"Siempre" es una actividad pendiente.
Afuera, en el edificio vecino, una señora que me la imagino gorda, vieja, muerta, hace de las suyas
y deja la canilla abierta toda la jodida noche.
El sonido del mar o el de la lluvia me calma, un lavabo catarata me colma.
Luz por todas lados, la cruz del vampiro en mi frente hace globitos.
No hay persiana.
Me mudo al living.
Colectivos.
En mi casa alguien derriba las puertas con potencia de pena.
Otro escupe todo el tiempo en una especie de ritual verde, oloroso, mundano, cada mañana de cada satán día.
No hay razón para no asesinar la condenada situación.

Me siento en el sofá,miro mi guitarra, el tv, el playstation, un potus, zapatos, mi ropa de gala de fiesta de noche
de sueño frustrado.
La velocidad de la dolor aumenta, abre la puerta, prende fuego la casa, baja por el ascensor,
llama un taxi y le dice al conductor que me lleve hasta el aeropuerto más cercano.
La velocidad de la pena me compra un boleto de avión a algún lugar como pekin o rumania o quizás tokio.
O mejor londres o quizás china, tailandia, tazmania.
canadá.
La velocidad de la rabia me compra el desayuno más grande que se puede comprar en el bar de la esquina.

péndo.